Los muchachos salieron presurosos, en tropel hacia la calle abarrotada de gente. Eran la una de la tarde, el sol calentaba timidamente el día y reunidos en bandos se lanzaban amenazas. No eran barras bravas o pirañitas, eran mis alumnos que se preparaban para pelear entre ellos. Yo no los vi salir. Yo aún tenía que dictar una clase y uno de mis alumnos me aviso del barullo.
- Profe, se estan peleando afuera. Están que se sacan la mugre.
Pensé que se trataba de otra broma a la cual ya me tienen acostumbrado
- Claro, claro. Se están matando en medio de la vía publica. Sigamos con la clase.
- Profe, en serio, mire... ahí está el profe Juan en la puerta, mirando.
Efectivamente, estaba el profesor observando desde la puerta como a cincuenta metros un grupo de estudiantes se preparaban para pelear. ¿Qué sucedía?
- Vaya, profe, vaya a detenerlos. - Sumari era el más interesado (le encanta que no se hagan clases)
Me dirigí con toda mi humanidad pensando en detenerlos. No podía reconocerlos a la distancia en la que estaba pues no contaba con mis gafas, así que me acerqué presuroso. Crucé raudo la autopista cuando los vi dispersarse. Sólo un grupo se mantenía peligrosamente cercano, profiriéndose amenazas. En ese momento Johan cruzaba cabizbajo y asustado.
- Oye, Johan.- hizo como si no me oyera. - Johan, ven aquí. ¿Qué pasó?
Asustado y temeroso, comenzó a balbucear.
- Dos grupos allí se estaban peleando... no sé más .. no me pregunté más - dijo, observando con terror a sus compañeros.
Lo dejé marcharse y me encaminé hacia los revoltosos.
- A ver, ese grupo de allí - dije, señalando a los que aún se mantenían muy cerca - Los tengo anotados- mentí tratando de alejarlos. En realidad sin anteojos apenas si podía distinguir a algunos.
No había terminado de pronunciar estas palabras cuando escuché un sonoro "callate Huevón". ¿Qué? ¿A mí? ¿Quién había sido? ¿Por qué? De repente sentí una ola de indignación que me recorría todo el cuerpo. Era una mezcla de frustración porque no podía responder semejante insulto y tristeza y decepción. Lo miré fijamente tratando de reconocerlo. Era Jaramillo.
- Jaramillo - grité mas con asombro que con rabia.
- ¿Qué cosa? ¿Qué va a pasar? ¿Qué me vas a hacer?- dijo, levantando amenazadoramente los brazos.
Di media vuelta, ante la multitud de curiosos que estaban reunidos allí, murmurando que no era la primera vez que sucedía eso con "ese" colegio. Regresé a mi salón de clases y ante las preguntas jocosas de mis alumnos, que no sabían lo sucedido, traté de reanudar la clase, aunque la verdad no tenía el humor necesario.
- Profe, ¿y quién ganó la pelea? - preguntaron jocosamente. Nadie ganó muchachos. Aunque, a decir verdad, creo que esta tarde yo perdí algo.
Pensé que se trataba de otra broma a la cual ya me tienen acostumbrado
- Claro, claro. Se están matando en medio de la vía publica. Sigamos con la clase.
- Profe, en serio, mire... ahí está el profe Juan en la puerta, mirando.
Efectivamente, estaba el profesor observando desde la puerta como a cincuenta metros un grupo de estudiantes se preparaban para pelear. ¿Qué sucedía?
- Vaya, profe, vaya a detenerlos. - Sumari era el más interesado (le encanta que no se hagan clases)
Me dirigí con toda mi humanidad pensando en detenerlos. No podía reconocerlos a la distancia en la que estaba pues no contaba con mis gafas, así que me acerqué presuroso. Crucé raudo la autopista cuando los vi dispersarse. Sólo un grupo se mantenía peligrosamente cercano, profiriéndose amenazas. En ese momento Johan cruzaba cabizbajo y asustado.
- Oye, Johan.- hizo como si no me oyera. - Johan, ven aquí. ¿Qué pasó?
Asustado y temeroso, comenzó a balbucear.
- Dos grupos allí se estaban peleando... no sé más .. no me pregunté más - dijo, observando con terror a sus compañeros.
Lo dejé marcharse y me encaminé hacia los revoltosos.
- A ver, ese grupo de allí - dije, señalando a los que aún se mantenían muy cerca - Los tengo anotados- mentí tratando de alejarlos. En realidad sin anteojos apenas si podía distinguir a algunos.
No había terminado de pronunciar estas palabras cuando escuché un sonoro "callate Huevón". ¿Qué? ¿A mí? ¿Quién había sido? ¿Por qué? De repente sentí una ola de indignación que me recorría todo el cuerpo. Era una mezcla de frustración porque no podía responder semejante insulto y tristeza y decepción. Lo miré fijamente tratando de reconocerlo. Era Jaramillo.
- Jaramillo - grité mas con asombro que con rabia.
- ¿Qué cosa? ¿Qué va a pasar? ¿Qué me vas a hacer?- dijo, levantando amenazadoramente los brazos.
Di media vuelta, ante la multitud de curiosos que estaban reunidos allí, murmurando que no era la primera vez que sucedía eso con "ese" colegio. Regresé a mi salón de clases y ante las preguntas jocosas de mis alumnos, que no sabían lo sucedido, traté de reanudar la clase, aunque la verdad no tenía el humor necesario.
- Profe, ¿y quién ganó la pelea? - preguntaron jocosamente. Nadie ganó muchachos. Aunque, a decir verdad, creo que esta tarde yo perdí algo.