Hoy era el examen bimestral de Lenguaje y mis queridos alumnos estaban nerviosos. Ana María hundía la cabeza en el cuaderno y "devoraba" el cuaderno; Alessandra y Stephany, a diferencia de otros días, no conversaban y cada una de ellas trataba de encontrar su propia manera de estudiar, recitando o rezando, no lo supe muy bien; mientras que Danitza y los otros muchachos apenas me vieron suspiraron hondamente y se sentaron en sus carpetas, preguntando:
- ¿Examen?
- Claro, muchachos - respondí, intentando darle al tono de mi voz cierta cadencia tranquilizadora - No me digan que lo habían olvidado.
- Síííííííííííííííííííí - respondieron a coro.
Ana María, con la picardia que la caracteriza preguntó.
- ¿Y no puede ser otro día?
Recibio una sonrisa mía por respuesta.
De pronto, se escuchó una voz estridente levantándose en medio del salón.
- ¿Y a mí no me preguntas si voy a dar examen? - preguntó Brenda, a gritos.
- Profe, sáquela del salón. Desde la clase de Historia está que molesta y molesta. No deja escuchar nada. - intervinó Wilfredo.
- Brenda, cariño, modera tu forma de preguntar. No estamos tan lejos para que grites. - le dije cariñosamente.
- No puedo, profesor, así es mi voz. - dijo con una picara sonrisa.
Le explique que por el tiempo que había faltado a clases, no podía dar el examen. Pero ella insistió en que si podía. Así que consulte con el coordinador del área y él me dio la razón.
- Brenda - le dije - realiza algunas ejercicios mientras tus compañeros dan examen.
- Ay, no sé nada - gritó una vez más - Yo no voy a hacer nada.
- Profe, bótela, no hace nada. ¿Para que la han dejado regresar? - intervinó Wilfredo
- Oe, cierra tu bocota - espetó Brenda.
- Oye, no grites - dijo Stephany - me vas a dejar sorda.
- Y a mí que me importa.
- Oye no le hables así a mi amiga - intervinó Alessandra, mientras que los otros muchachos también lo hacían.
- Muy bien, todos callados - dije tratando de calmar el barullo, mientras hacia su ingreso la auxiliar, que con su porte marcial hacia callar a todos.
- ¿Que pasa? - vociferó - Profesor, el griterio se escucha por todo el colegio. ¿Quién está haciendo tanta bulla?
Todos sus compañeros la señalaron, mientras Brenda sólo agachaba la cabeza tratando de esconderse.
- Profesor, ¿está niña es la que esta haciendo todo el barullo? - preguntó
- Sí, pero... no hay problema, yo me encargó, señora.
- No, profesor, la disciplina en esta instiitución se cumple o se hace cumplir. Ven conmigo, niña. Ya se te ha advertido que no causes más problemas. Trae tus cosas. - dijo con el mismo tono de una corte marcial.
- Sí, pero... no hay problema, yo me encargó, señora.
- No, profesor, la disciplina en esta instiitución se cumple o se hace cumplir. Ven conmigo, niña. Ya se te ha advertido que no causes más problemas. Trae tus cosas. - dijo con el mismo tono de una corte marcial.
Brenda salió a duras penas. Los muchachos dieron un suspiro profundo y dieron la prueba sin contratiempo. Luego de algunos minutos Stephany preguntó:
- Profesor, ¿Qué es un barbarismo?
- No, no, mejor díganos cómo se reconoce el objeto directo - intervinó Berta.
Respondí a ambas con una sonrisa.
- Ay, el profesor siempre sonrie - dijo Stephany - Es mi profesor sonriente.
Y en verdad estaba sonriendo, sin darme cuenta, y es que a pesar de todo, era feliz.