viernes, 27 de noviembre de 2009

La mentada de huevos


Los muchachos salieron presurosos, en tropel hacia la calle abarrotada de gente. Eran la una de la tarde, el sol calentaba timidamente el día y reunidos en bandos se lanzaban amenazas. No eran barras bravas o pirañitas, eran mis alumnos que se preparaban para pelear entre ellos. Yo no los vi salir. Yo aún tenía que dictar una clase y uno de mis alumnos me aviso del barullo.
- Profe, se estan peleando afuera. Están que se sacan la mugre.
Pensé que se trataba de otra broma a la cual ya me tienen acostumbrado
- Claro, claro. Se están matando en medio de la vía publica. Sigamos con la clase.
- Profe, en serio, mire... ahí está el profe Juan en la puerta, mirando.
Efectivamente, estaba el profesor observando desde la puerta como a cincuenta metros un grupo de estudiantes se preparaban para pelear. ¿Qué sucedía?
- Vaya, profe, vaya a detenerlos. - Sumari era el más interesado (le encanta que no se hagan clases)
Me dirigí con toda mi humanidad pensando en detenerlos. No podía reconocerlos a la distancia en la que estaba pues no contaba con mis gafas, así que me acerqué presuroso. Crucé raudo la autopista cuando los vi dispersarse. Sólo un grupo se mantenía peligrosamente cercano, profiriéndose amenazas. En ese momento Johan cruzaba cabizbajo y asustado.
- Oye, Johan.- hizo como si no me oyera. - Johan, ven aquí. ¿Qué pasó?
Asustado y temeroso, comenzó a balbucear.
- Dos grupos allí se estaban peleando... no sé más .. no me pregunté más - dijo, observando con terror a sus compañeros.
Lo dejé marcharse y me encaminé hacia los revoltosos.
- A ver, ese grupo de allí - dije, señalando a los que aún se mantenían muy cerca - Los tengo anotados- mentí tratando de alejarlos. En realidad sin anteojos apenas si podía distinguir a algunos.
No había terminado de pronunciar estas palabras cuando escuché un sonoro "callate Huevón". ¿Qué? ¿A mí? ¿Quién había sido? ¿Por qué? De repente sentí una ola de indignación que me recorría todo el cuerpo. Era una mezcla de frustración porque no podía responder semejante insulto y tristeza y decepción. Lo miré fijamente tratando de reconocerlo. Era Jaramillo.
- Jaramillo - grité mas con asombro que con rabia.
- ¿Qué cosa? ¿Qué va a pasar? ¿Qué me vas a hacer?- dijo, levantando amenazadoramente los brazos.
Di media vuelta, ante la multitud de curiosos que estaban reunidos allí, murmurando que no era la primera vez que sucedía eso con "ese" colegio. Regresé a mi salón de clases y ante las preguntas jocosas de mis alumnos, que no sabían lo sucedido, traté de reanudar la clase, aunque la verdad no tenía el humor necesario.
- Profe, ¿y quién ganó la pelea? - preguntaron jocosamente. Nadie ganó muchachos. Aunque, a decir verdad, creo que esta tarde yo perdí algo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Que triste lo que cuentas. Cuando veo o leo estas cosas me entra una tristeza tremenda, pues siempre pienso que el ímpetu y la energía que tiene la juventud deberían aprovecharla para otras cosas más productivas, no para masacrarse entre ellos y mucho menos para enfrentarse a todo aquel que desee poner un poco de orden y llevarlos por el buen camino.
Creo que estas cosas han pasado siempre, pero hay que reconocer que en estos últimos años pasan a diario y cada vez son más fuertes las peleas y menos el respeto que se tiene ante nadie. Realmente uno tiene que amar mucho su trabajo y a los adolescentes para atreverse a ser maestro. La verdad es que los admiro.

Un abrazo Julio C. Me encanta cómo en pocas líneas dices tanto.

Julia,

Julio César Carranza dijo...

Gracias por tus dulces palabras, Julia, desbordan una ternura y una calidez que estremecerían cualquier corazón. Sigo adelante al amparo de tus palabras. Un abrazo, dulce Julia.

Sandra Figueroa dijo...

Julio, este tipo de cosas pasan por todos lados, la juventud es impetuosa e irrespetusa y etc. Peleas entre pandillas y todo eso da tristeza. Por estos rumbos de mi Cuidad tambien se da esto. Te dejo un beso, cuidate. Agradable leerte Julio.

Ileana2008 dijo...

Julio, se perfectamente como te sientes ante esta situación, pues yo lo he vivido en el colegio donde trabajo, se lo que es separar un grupo de adolescentes que se estan dando a golpes, los cuales me doblan de tamaño, y de fuerza, se lo que es centrarlos en el momento de forma contundente, y a la vez con miedo a ser agredida fisicamente por uno de ellos, sin embargo es nuestra labor ser consecuentes en insentivar en ellos los valores de la vida aunque nos decepcionen , con esas aptitudes, pues todavía existe la esperanza de ser escuchados como doscentes, no nos queda mas que seguir adelante y promulgar el respeto hacia todo aquello que nos rodea.
Un abrazo