miércoles, 25 de noviembre de 2009

El traslado


María Fernanda fue trasferida muy a pesar suyo. Su alegría desbordante, insaciable de ojos, no pudo resistir el ritmo diurno del colegio. Llegó cargada de toda esa energía vital que lleva dentro de sí, pero que expresa en un lenguaje rudo, tosco. Tiene el cabello rubio, ojos azules y una altura que supera a cualquiera de su clase. Quizá el encanto de María Fernanda sea también un defecto: es desenfada en extremo. Despierta odios o amores.
Al llegar a la clase la encontré en pleno “jolgorio” junto a Darling, que estrenaba un nuevo color de cabello, un negro prieto muy hermoso. Conversaban alegremente. Ruidosamente. Apenas ingresé al salón de clases, las cambié de lugar, pero María Fernanda se negó. No era la primera vez que pasaba algo así con mis alumnos. La llame fuera del salón y hablé con ella. Le expliqué que si seguía en esa actitud me vería obligado a dejarla fuera de clase. Lo entendió. Tomó mi mano y la besó efusivamente mientras repetía que no debía de hacerle caso pues estaba “loca”. No, María Fernanda, no estás loca, simplemente aún no has llegado a entenderte. Ese mar de vida que llevas dentro de ti a veces te asola, te aturde, no te deja mostrarte en todo tu esplendor. Debes de aprender a dominarlo sin dejar de ser tu misma.
En la clase estuviste aún bromista pero luego aceptaste las normas. Sabes que no es contra ti, ¿verdad?

1 comentario:

Ileana2008 dijo...

Julio, me gusta muchisimo esto que compartes, mi profesión me hace ver a diario adolescentes que esatan como ellas dicen "llenas de locura" y esa frase que mencionas es tan bella, pues no es locura es falta de entendimiento personal, que dificil es para ellas ser coherentes en sus actos y pensamientos al mismo tiempo, pero que ternura inspiran en esa edad, pues son como mariposas aprendiendo a volar, por ratos, revolotean y por otros van en linea recta. un abrazo