lunes, 8 de agosto de 2011

C.S.: Profesor de reemplazo

Ha pasado ya una semana desde que estoy en el colegio y no creí que fuera a acostumbrarme tan pronto. Los jovenes tienen esa energía primigenia y vital que hace tanta falta al mundo y que ellos mismos parecen deconocer. Al inicio no fue tan sencillo. Pensé encontrar muchachos con inquietudes pero sin rebeldía, con ansias de conocimiento, voracidad intelectual, quizá espíritus guerreros, con ansias de cambiar el mundo, pero encontré miradas que ya conocía, que había viso tantas veces en otros lugares, en otros colegios. Y es que en los colegios que he enseñado, los jóvenes siempre han tenido modos distintos de transmitir ese sentimiento por quien representa la autoridad ¡Y es que han sido decepcionados tantas veces...! La verdad, no los culpo. 
Aún recuerdo la llamada de miss Rosa. Era una llamada urgente. Me habló de los terminos en los cuales debía de enseñar y a mí me encanto la idea de relacionarme con los muchachos, transmitirles alguna experiencia que quizá pueda serviles. La verdad, no dude en aceptar. Reemplazarla por dos semanas me pareció genial. Las clases empiezan de 7:40 a.m. a 3:00 p.m. Los primeros días fueron de adaptación mental, de mi parte, sobretodo. Debía recordar principios básicos que tengo con los jóvenes: nunca obligarlos a hacer nada contra su voluntad, sino tratar de hacerles entender el porque de lo que hacen; dialogar constantemente con ellos, sino es el salón de clases, hacerlo fuera de él, donde puedan escapar de la presión del grupo, y es ahí donde se muestran realmente como son ellos, claro que hay algunos que ya tocan los bordes del cinismo, pero son pocos. Luego, contarles experiencias a partir de las cuales puedan extraer una enseñanza, sin ser demasiado explicito, pues ellos odian los sermones; ayudarles a entender porque algunas veces se sienten frustrados, enojados, y como pueden maejar esa ira, sin meterse demasiado en sus vidas. Al principio siempre es dificil, hasta que se dan cuenta que en realidad sí me preocupo por ellos, y que esto no es un trabajo más, que no lo hago por dinero. Cuando lo entienden, creo que me aprecian un poco. Una vez el apostol de nuestro señor Jesus, Pablo, dijo que si él debía ser condenado para que otros se salvaran, no dudaría en hacerlo.

1 comentario:

S.A.D.E.FILIAL VILLA MARIA dijo...

Genial entrada. Eres muy talentoso. Esd un placer leerte y poder seguirte. Saludos cordiales de la Sociedad Argentina de Escritores Filial Villa María- Córdoba.