sábado, 15 de marzo de 2008

CORAZÓN DE CABALLERO


A los nobles caballeros que iniciaron la batalla por su propia fe

______El dragón no vino por nosotros, solo era una sombra para la luz de nuestro valor, y él lo sabía. Cuando buscamos su destrucción, no pudo contener el miedo que lo invadía y trató de herirnos con el batir furioso de sus alas. Sin embargo, la princesa seguía entre sus garras. Clamó ante nosotros y el valor nuestro acudió a su lado. Cabalgamos hacia ella, blandiendo nuestras espadas, en ristre nuestras lanzas. Saltando sobre el ataque fiero del dragón, colocamos estocadas mortales en su cuerpo. Estaba a punto de sucumbir en el terror de la noche, pero se nos ordenó dejar el resto a las bestias que se mueven entre las sombras.
______De regreso a nuestra aldea, acompañamos a la que era libre, a dormir en un vetusto castillo. Gustó de este lugar y pronto olvidó que volvía a la vida por la sangre de una bestia no muerta. Cansados de la batalla, tendidos sobre mullidos muebles, nuestros cuerpos disfrutaron de los aromas del nirvana. Extasiados, abandonamos los dolores de nuestra vida terrena. Era una insensatez.
______Sobre las celosías, reflejada por la luz de la luna, asomó la sombra de nuestro fiero rival. La batalla iniciaba nuevamente. Nuestro ánimo, no nuestro valor, estaba adormecido por los efluvios de las yerbas. Rendidos nuestros cuerpos, la joven princesa nos exhortaba a la batalla. Nos prometía campos hastiados de trigo, doncellas amorosas y todo lo que por perpetuar su libertad pudiera ofrecer.
______Reanimados por sus palabras, nos preparamos para la lucha. Pero el monstruo no regresó sólo. Luchamos con denuedo, pero entre nosotros la furia cundía. Se desbordaba de nuestros labios tratando de herir a la bestia donde no la alcanzaba el filo de nuestro acero, pero nuestra propia arma nos lastimaba. Afligidos por nuestras provocaciones, fuimos cediendo terreno.
______El oficial nuestro fue el primero en abandonar la lid. Sólo vimos una estela de polvo levantarse en su rauda cabalgata, pero la ira de la bestia lo derribó envuelto en llamas. Entonces supimos que sería perentoria la próxima batalla. Amaneció tras las lindes y el sol alejó al enemigo. Llevamos a la princesa tras los inexpugnables muros de su castillo. Ahí, él no podría dañarla, había acabado la carrera. Sin embargo, no teníamos un castillo donde guarecernos.
______Sabíamos que la bestia tornaría, noche tras noche, intentando exterminarnos, pero confiábamos en el apoyo de la princesa; sin embargo, ella renegó de nosotros. Uno de nuestros emisarios trató de conferenciar, pero fue rechazado. Otro, afirmó que había formado alianza con los aliados de nuestro adversario. En aquel momento no pude creerlo. El brillo de nuestras espadas se fue apagando. La noche tocó el corazón del monstruo y, decididos a morir en el campo de batalla, acometimos.

A Miguel Ángel Cavero, Carlos Tolentino, Enrique García, Luis Valderrama, Luis Alberto Sánchez, Julio Lázaro y Carlos Chipana.

2 comentarios:

BELMAR dijo...

Gracias!, te dejo invitado a mis relatos:

http://belmarblog.blogspot.com/

Ileana2008 dijo...

Esta poesía es muy sensible, expresa mucho de sentimientos, dolor, miedo y también todo lo humano que yace dentro de los hombres, me gusta mucho